miércoles, 23 de septiembre de 2015

Azar: Discover

La voz del otro lado es un infante en pánico. No puede tener más de siete años. El operador, Fernando, escucha con atención sus chillidos. Mantiene la calma: le entrenaron para mantener la calma. Aunque su corazón da mil revuelcos sobre su sitio la voz se mantiene tranquila, segura y audible. Muchas de sus llamadas a la una de la mañana comienzan con pánico y terror para luego llegar a una resolución. Algunas son bromas pesadas o número equivocado. Por desgracia no puede renunciar a las que suenen sospechosas porque las posibilidades son infinitas. Es mejor atender el llamado de diez bromas que ignorar una crisis verdadera (en realidad sólo el 10% de sus llamadas son emergencias de verdad). Es un trabajo complicado y alguien tiene que hacerlo. Siempre fue una persona de la noche y hay pocos trabajos que se adaptan a su horario.

Hay de llamadas a llamadas. En ocasiones anteriores le tocó atender accidentes automovilísticos, violencia familiar o intentos de suicidios. No tiene mucho tiempo trabajando pero es sencillo notar cuando una llamada le va a afectar o no. A veces no duerme en días cuando los gritos de horror y súplicas con llantos taladran sus oídos por medio de los auriculares y las pesadillas. De vez en vez se desahoga con una amiga psicóloga.

-Mi hermana está dormida. ¡Sus muñecas sangran! ¡Está dormida y no despierta! ¿Por qué no despierta?

Es entonces que Fernando completo se sacude. Maldice en su interior cuando escucha que sus padres no están en casa. Consigue rastrear el origen de la llamada por medio de software especializado y sigue dialogando con el niño. Mientras le pide que le revise el pulso manda una ambulancia y una patrulla de policía a las coordenadas necesarias por medio de otro software. Masculla entre dientes a todos los ángeles y dioses que lleguen ya.

-Hazme un favor, ¿sí? Pon tu manita en su nariz y boca y dime si sientes aire.

Logra articular el operador. Cada palabra le costó una enorme voluntad y sanidad escupirla con total calma y control. Si el niño lo escucha alterarse sólo va a empeorar las cosas. El pequeño, de nombre Alan, le responde que no siente nada. También le hace el comentario de que los labios de su hermana están azules.

-Toma toallas y enrédalas en sus muñecas. Haz presión. Puedes hacerlo por mí, ¿verdad?

Pero el niño le comenta otra cosa. Le comenta que ella se ve tan fría y sola en la tina de baño. Y antes de que Fernando le pueda preguntar por las  toallas Alan suelta el teléfono, lo deja caer y corre. Eso lo nota el operador porque el ruido de un aparato telefónico estrellarse contra el piso y los pasos alejarse lo ha escuchado infinidad de veces. Entonces escucha más ruidos, esta vez del niño regresando y murmurando. Escucha, muy ligeramente, como salpica algo. Hasta parece que en realidad fue su imaginación.

-Así no vas a tener frío, hermanita.

¿Has escuchado cuando tiendes tu cama? Algo así parecido escuchó. Es el aire rasgado por una sábana cuando esta baila antes de aterrizar sobre el colchón. Especialmente cuando es una sábana o edredón pesado, de esos de invierno.

Le pide a gritos al teléfono y al cielo que responda. Espera lo peor: que el niño se ilumine de forma divina y quiera seguir a su hermana, que haya encontrado la herramienta filosa que fue utilizada y tenga curiosidad por ver qué es. Durante varios minutos se desgarra la garganta y luego se ahoga a susurros. Varios de sus compañeros se asoman por encima de los muros cortos, preocupados. Algunos aguantan la respiración. Otros se concentran en sus propias llamadas: tienen sus propios problemas.

El cubículo oscuro rodea a Fernando y las luces parpadeantes de su computadora no lo pueden reconfortar.

Es entonces que el operador escucha pasos mucho más sonoros y pesados, como de botas, a lo lejos. Son rápidos, muy rápidos pero por algún motivo se detienen súbitamente. Es entonces que el operador escucha maldiciones y de cómo toman el teléfono. Nuevamente grita y escucha una voz femenina del otro lado.

-¿Con quién hablo?

Le dice una voz angelical.

-Fernando, operador del número de emergencias. ¿Qué pasó con el niño?

La chica voluntaria, Lucía, no responde de inmediato. Suena un gemido cortado de aire y Fernando se pasa ambas manos por la cara, presa de la desesperación. ¿El niño habrá seguido a su hermana? ¿A tan temprana edad pudo comprender lo sucedido?

-Está dormido a lado de la víctima. Envolvió a los dos con una sábana y está bañado en su sangre. La está abrazando muy fuerte, como si tuviera frío.

Fernando se parte en mil pedazos. La inocencia de la criatura lo ha conmovido de una manera increíble. Hay de llamadas a llamadas pero ésta es muy especial. ¿Cómo se le ocurre a la gente lastimar a los que están a su alrededor así?

-Lo siento, chico, no pudimos llegar antes.

Y Lucía, sabia a la situación, cuelga.


Fernando llora particularmente fuerte esa noche. 

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Azar basado en un thread de 4chan.