lunes, 31 de marzo de 2014

Ejercicio: Untitled



Adora el silencio.

Las luces y sombras se apoyan en la pared de azulejos blancos y en la banqueta de metal. Él a su vez se apoya sobre el inmueble recargado principalmente sobre su costado derecho. La mano derecha presiona contra la frente a modo de postura relajada. Sus piernas cruzadas ligeramente y la mente perdida en alguna parte del purgatorio. 

Ha perdido la costumbre de oír el silencio. Todo es ruido, todo es destrucción y contaminación. Cláxones infinitos, audífonos irrompibles, lenguas eternas, maquinas imponentes y naturaleza salvaje. Pero en esta estación de metro del centro de la ciudad (la ironía es palpable) a las cinco de la tarde no hay ruido por varios minutos. Es un momento mágico donde puede escuchar sus propios pensamientos y deseos, donde sólo escucha el bombear de su corazón y la invasión del aire a su frágil cuerpo. Al fin y al cabo no es más que un pedazo de materia gris conduciendo una nave hecha de carne. 

Han pasado tres minutos ya. Usualmente la calma reina por cinco minutos.

Esto sucede porque a las meras cinco de la tarde hay noticias sobre la capital y el resto de las ciudades. Noticias malas en su mayoría y todo el mundo elige esa hora para salir del trabajo justo acaben. Es un sistema raro pero nadie lo cuestiona. Nada práctico, es estúpido. Por mucho que trates de razonarlo no vas a comprenderlo y sólo terminas con frustración y dolor de cabeza por tan mala idea. En lugar de adelantarse al futuro y de prevenir desastres sólo se dedican a resolver cosas en el momento. Está claro que vivir en el presente es una necesidad pero hay límites. Pero anda, ideas vagas de un lurio no van a cambiar al mundo. No hoy.

Mastica aire y rompe el silencio. Sus labios truenan una y otra vez y se balancea ligeramente para acomodarse una vez más. 

Los mosaicos son blancos y el mortero es negro. La distancia entre los cuadros varía y con frecuencia se ven bolitas de color oscuro que invaden el espacio delimitado por la figura geométrica. Pero nada serio. Sólo errores de dedo y de percepción que a nadie le interesan. Su verdadero fin es abaratar costos y ayudar con la humedad porque muy, muy a menudo llueve feo en estos rumbos. Al final, antes de pasar el nivel de piso permitido por los usuarios del metro, hay cuadrados negros. Y debajo de estos hay una línea larga de mortero que atraviesa toda la pared. A decir verdad se vería mejor sin esos elementos negros pero qué se le va a hacer. El fin, como ya antes mencionado, es meramente funcional.

Más piezas de cerámica se extienden por debajo del asiento del hombre. Estás a diferencia de las otras son opacas y grandes. Están sucias por tantas huellas de botas, zapatos, tenis y chanclas. La única similitud es su color blanco. O no tan blanco. 

El asiento se compone de tres piezas y es de acero inoxidable con detalles redondos y de perforaciones para hacerlo más ligero y llamativo. Es sólo un poquito de diseño. La sombrea graciosa se proyecta hacia abajo debido a las altas luces del techo. Y dichas sombras empujan a la sombra del hombre hacia afuera, molestas porque les invaden en un momento tan preciado y dulce. ¿A quién le gustaría que le molestaran sus únicos cinco minutos de paz del día? A nadie.

Las ideas del animal siguen evolucionando y llegan a su fin cuando abre los ojos y mira que sus cinco minutos ya han pasado. Y como hechizo roto por cortesía de una madrina mágica, todo se vuelve ruidoso. El transporte eléctrico aparece rechinando con violencia y la gente aparece gritando, hablando, haciendo cosas de gente. La calma se ha extinguido peor que la inocencia de un infante. Ni en la fábrica donde debería estar trabajando en estos momentos el sonido es tan agobiante. 

El alboroto es molesto.

Pero él posee una imaginación increíble. Cierra los ojos por tercera ocasión en el día y todos y todas desaparecen. No los escucha más, no los siente más. Se concentra en un cielo infinito y estrellado, en un piso hecho de agua cristalina que refleja el doble de incalculables luminarias. Algunas nubes azules danzan por ahí y alguna estrella fugaz pasa a saludar. Otra vez la paz reina en su corazón y en su mente. En el horizonte la luna brilla con potencia y comienza a ocultarse, dejando que la oscuridad agujerada reine a lado del silencio. 

Es esa misma imaginación la que le ha permitido comprender muchas cosas más allá de su saber y sus costumbres. También es ella y su musa quienes le permiten sobrevivir día a día con ideas exóticas, graciosas y llenas de amor. Podría estar al borde del abismo o en el fondo del mar y su mente le engañaría con la misma facilidad que ahora. No es necesario refugiarse en banalidades del capitalismo (que él alimenta para poder sobrevivir) para poder mantener la cordura. No hay vicios ni problemas más que los propios creados.
De vez en cuando algún murmullo intenta interrumpir su concentración pero logra vencerle. 

Para acabar el relato el hombre ahora piensa en el mismo tipo de piso pero ahora con el cielo claro, celeste y vasto. Las nubes se besan con el agua y después se elevan en busca de trabajo. Las estrellas desaparecen poquito a poquito dando paso a un sol invisible que ilumina todo el firmamento. Una corriente de aire le revuelve los cabellos y las ropas. Nubes cada vez más grandes se apoderan del escenario y siguen deslizándose por encima del cristalino horizonte. Se pierde en su propia inmensidad y abre los ojos. La luz nocturna de la ciudad le indica que ya es tarde para andar soñando. Así que toma su cuerpo, se levanta y echa a caminar por las escaleras para abandonar la estación de metro. 

http://gf-biju.deviantart.com/art/S-O-I-428759278


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Ejercicio de Write World. Tenía ya más de quince días sin hacer algo coherente. 

sábado, 15 de marzo de 2014

Ejercicio: Forever Blue



Mirarla era como mirar a las estrellas en el cielo nocturno, cuanto más tiempo se mira, más se ve. 

Puede entonces comprender las penas y dificultades que los dos han tenido. Se quita el guantelete de la mano derecha y lo deja caer. Este resuena con sonido metálico que es devorado por el césped y la hierba. Después coloca su mano derecha en la mejilla derecha de su amada. Ella sólo sonríe y mantiene los ojos abiertos, contemplándole de vuelta y apoyándose un poco en la palma que le sostiene el rostro. Él no ha cambiado mucho. Ella sí, demasiado.

La dama ha sufrido transformaciones. Comenzando por el cabello intenso escarlata que ha tomado posesión de su cabeza y se ha vuelto rebelde. Su anterior cabello dorado pálido era sencillo de manipular y peinar. Seguía las enseñanzas de su madre sobre cómo acomodarlo. Éste nuevo no. Actúa igual que la sangre derramada sobre ella: sin control. Su piel sigue estando pálida pero ahora las pecas son difíciles de distinguir y es necesario usar labial para que su boca se note tan seductiva como antes. De cuerpo se ha vuelto más atlética (y por fortuna la talla de su busto no se ha reducido). Nota que incluso utiliza una armadura más elaborada y de más piezas que la de él. El cómo puede llevarla sin el menor inconveniente aún no lo entiende. La espada es la misma con la que partió. Como mucho ahora lleva una más pequeña y práctica colgada de la cintura y un par de dagas le hacen compañía a esta primera. Se nota que ha aprendido trucos nuevos. Ya no es aquella dama frágil que todo puede resolver con palabras dulces. 

En cambio el caballero mantiene su melena como de costumbre, si acaso ligeramente más larga pero eso es mero descuido. Su tono de tez es el mismo bronceado por las marchas bajo el sol y su armadura es la misma. Sus músculos se han desarrollado un poco más, eso es notable. Lo más gracioso es que ahora mantiene una postura más erguida y presumida que antes, como si le diera un beneficio a los demás por el simple hecho de estar de pie. Era orgulloso, sí, ¿pero tanto? Aunque su cuerpo dice una cosa la mirada dice otra. Es la mirada de un hombre que se rompió por la mitad y se vio en la pena necesidad de forjarse a sí mismo bajo condiciones adversas. La chispa de vida y emoción que poseía cuando se conocieron se ha distorsionado un poquito. Ya no es aquél hombre invencible con el pecho directo al peligro. 

Veyron y Fisthal se encuentran al cabo de cien años.

Una lágrima se derrama por la mejilla cálida y se destruye al tocar el dedo índice de su amado. Él sin dudarlo ni pensarlo baja la mano y ese mismo brazo se acomoda por encima del hombro ajeno. El otro brazo aprieta con fuerza por encima de la cadera y la jala por completo hacia sí. Ella responde con sus dos brazos por encima de la cintura. Los petos resuenan y el cuero cruje. El calor (de una forma muy lenta) comienza a invadir los dos cuerpos. Respiran al mismo ritmo y no aflojan el abrazo en lo absoluto. Se protegen el uno al otro de cualquier fantasma del pasado o de cualquier cicatriz que les haya arrancado la piel a maldiciones y tiras. 

Manos ensangrentadas de inocencia, demonios eternos cortados en cuatro piezas. Culpa de catástrofe mundial, rotura de espíritu en momento crítico. Los dos han vivido muchas cosas asquerosas y exhaustivas en estos cortos cien años. Han enfrentado de cara a la muerta y por aceptarla sin miedo ésta se limita a mirarlos dulcemente. 

Y los miedos de su nena se disipan cuando sus dedos empiezan a juguetear con los mechones de color rojo. Los siente entre las fibras de su mano y se siente exactamente igual que antes. Sólo ha cambiado el color. La longitud es idéntica al del último encuentro, a mitad de la espalda. Nunca le ha gustado que lo tenga demasiado largo porque luego se entromete cuando hacen el amor y no le permite verle el rostro por completo. Y lo que pasa es que a ella le preocupaba que su cambio de estética indeseada produjera algún efecto negativo en su prometido. ¡Y su preocupación fue en vano! Él se fija en lo visual pero lo que más valora es el interior. Ella también se fija en lo visual y no es cosa del otro mundo. Aprovechando que él es joven eternamente y que ella pretendía conseguir un método para serlo también, hay que darse lujos en banalidades. ¿De qué sirve ser inmune al tiempo si no vas a aprovecharlo?

Como en encuentros anteriores éste sucede de noche y las frescas corrientes se unen al abrazo. No se han movido del sitio por varios minutos, afuera de la aldea enana que los hospeda en el valle. Ésta pequeña ciudad es bastante cómoda y es un punto importante en el comercio así que está muy bien adecuada para gente más alta que ellos. 

La imagen es tierna. Acorazado de mitral abraza a acorazada de metal estelar. Veyron no posee la gracia innata y elfica de su prometida y Fisthal no posee la dureza y resistencia humana de su prometido. 

Una lágrima se derrama por la mejilla fría y se destruye al tocar la cabellera rojiza. Ella sin dudarlo ni pensarlo aprieta con más fuerza y ahora se levanta de puntitas sobre sus botas para superarle de altura y empujar la otra cabeza hacia su hombro. De esta forma ahora es ella quien reconforta al hombre. Sus costillas protegidas por el metal casi podrían besarse. El pomo de la espada corta que cuelga de la cintura de Fisthal presiona contra el abdomen cubierto de cota de malla. No hay necesidad de palabras todavía para describir que la tarea no fue fructífera para los dos. Los métodos encontrados para extender la vida eran malignos o demasiado peligrosos. No encontrar una sola excepción a la regla de que nada debe vivir por siempre. Él es sólo una abominación que probablemente no exista en otras líneas de tiempo. 

Las lágrimas ya no fluyen. 

Todas las palabras tendrán que ser escupidas cuando logren acomodar las ideas. Muchísimas experiencias nuevas, cicatrices por descubrir y maldiciones que echar al cielo. Esto de reencontrarse después de un tortuoso y feo siglo no será cosa de un día. Tendrán que poner prioridades a los hechos sucedidos e incluso podrían arrepentirse de haberse separado tanto tiempo. ¿Es que acaso está permitido vivir más que el resto de las razas y creaciones? Los únicos que pueden llegar a semejante longevidad son los elementales y los muertos vivientes. Estos primero eventualmente se extinguen y los últimos terminan pudriéndose y cayéndose a pedazos. 

Y después de lo que parecen más de cien años los dos se separan unos centímetros y otra vez se miran a los ojos. Y por fin sus labios se encuentran y se desata en un remolino de emociones y sentimientos que durante muchísimo tiempo estuvo encerrado bajo llave y bajo mil juramentos. Es un beso dulce que deforma y apachurra sus caras con ternura. Segundos después se separan. Sonríen al mismo tiempo y bajan los brazos. Entrelazan sus dedos y el frío le recuerda a Veyron que ha tirado el guante a la suerte. Sin soltar a su nena se arrodilla y toma la manopla. Libera a su amada y con rapidez protege otra vez sus dedos. Es cosa de costumbre. Además, cuando lleguen a la cabaña en la que se hospedan, habrá mucho tiempo para piel con piel. Si entiendes de lo que hablo, claro. 

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Ejercicio de Write World. Y sí, se siente bien escribir sobre los personajes que tanto torturo y adoro. 

jueves, 6 de marzo de 2014

Ejercicio: Iron Giant



-Así es como te causas la muerte, mi amigo.

Le grita mientras observa al paladín tirarse por encima de la horda de enemigos. No es que éste sea muy suicida ni mucho menos pero cuando la única puerta de madera que protege a un fuerte entero está por romperse, algo debe hacerse. 

El atardecer es hermoso y nublado. El aire está fresco. 

La marea de maldad arremete contra la roída y vieja entrada que aguanta por una traba y los esfuerzos comunales de los aldeanos del pueblo. La aldea está desolada totalmente y fueron obligados a replegarse en el fuerte del noble. Éste sin pensarlo los dejó entrar porque es un gobernante respetado y amado. Quizá muera con ellos pero lo hará con la frente en alto. Tantos años al servicio de su comunidad y ellos al servicio de él. Un trueque muy justo. Es un buen final.

Un final que no está escrito en piedra. 

Es un martillo capaz de partir la tierra por la mitad el que destroza cráneos y pies por igual. Dos poderosos brazos lo blanden sin comparación alguna y él mismo crea una arena para enfrentar a todos sus enemigos. Es el paladín que ha bajado de un salto de lo alto de la torre y ha osado desafiar la corriente negra. Alto, robusto, de músculos duros y de huesos aún más sólidos. Toscas y bellas facciones conforman su rostro; una barba arreglada y peinado hacia atrás. Protegido con una armadura de metal estelar y con las bendiciones de su dios y de sus compañeros que le miran atónitos. Incluso más de un enemigo le contempla con sorpresa. Son un grupo bastante cruel, despiadado y perverso que se dedica a azotar villas enteras sin control alguno. Con menuda frecuencia son rechazados pero nunca han sido aniquilados del todo.

La endurecida mirada del caballero de espíritu brillante ha estremecido a algunos, aliados y enemigos por igual.

Todo se congela en el momento. En momentos una gota de agua cae sobre el peto de nuestro defensor y luego le siguen docenas y cientos de gotas más que invaden el cielo. Lo hacen ver aún más intimidante cuando se ve completamente empapado y su expresión  dura no se inmuta. Podría estar enfrentando a cinco dragones negros con siglos de experiencia y tendría la misma cara de repugnancia y justicia. 

Súbitamente todo regresa al curso del tiempo y los segundos pasan con rapidez. Crujen huesos, chocan cráneos y explotan corazones con el ser celestial enviado a combatir los mismísimos infiernos. Parece una danza barbárica donde el protagonista es nuestro barbudo héroe. Gira de un lado para otro con el martillo enorme como extensión de sus brazos. Sus húmedos cabellos se revuelven y pareciera que él es en realidad la tormenta. 

El agua golpetea sin parar a todos los cuerpos luchando por la justicia y la villanía. A menudo algún relámpago sonoro se hace notar. 

De pie el fuerte entero mira al héroe que se niega a morir. Le han caído pesadas armas y terribles heridas le han abierto la armadura y la carne. Mas sigue respirando de forma calmada y sus ojos grises sólo ocultan el terrible remolino de justicia y castigador del mal que es. Jamás se ha rendido. Ha atravesado planos de forma temporal y algunos círculos del infierno. Ha atravesado la voluntad de espantosos señores demonios. Y hoy no es un día para rendirse. 

Con rápidas oraciones cierra algunas de sus heridas con energía positiva pero el enemigo sin rostros mantiene su constante acoso. Por lo menos la puerta ya está tranquila y todos se concentran en él. Es una situación graciosa porque se están dejando intimidar, domar y engañar por un humano con ascendencia angelical. Y es con esas mismas oraciones ha fortalecido sus ataques: ahora son más ruidosos y aturden con mayor frecuencia a sus oponentes. También ha encantado su martillo con luz sagrada que le permite golpear más fuerte. Él es toda una caja de monerías.

Con disciplina especial se dedica a sentenciar y castigar con huesos y almas rotas como premios.
Pasan los minutos y la lluvia sigue igual de intensa y sonora. Los truenos no cesan. Los corazones no dejan de latir. Y sus manos no han soltado el arma ni siquiera por un segundo. Sabe muy bien lo que significaría rendirse. No se lo puede permitir. Así como no se lo permitió cuando descubrió que su igual y compañera de la luz casi fue devorada por la oscuridad. Fue un pequeño deslave que en realidad nunca ocurrió pero la sola idea de que hubiese sucedido le aterra. Es por ella que se entregó al camino de la rectitud y el bien. Es por ella que jamás ha caído sobre sus rodillas.

Y jamás desfallecerá.

Se le están acabando las energías y la masa amorfa de maldad comienza a perder consistencia. Poco a poco parecen ser unos malhechores cualquiera. No es común encontrarse gente tan fuerte en este lado del continente. Los arduos viajes del paladín le han servido de mucha experiencia y sabiduría. Solía ser más arrojado y desmesurado. Ahora convierte sus energías en luz y en exorcismos. Es capaz de canalizar bondad, valentía, resolución, justicia, fe y rectitud con su sola presencia. Es un paragón completo del dios menor al que sirve (que en unos años pasará a dios mayor al perder a su aliado más grande).

El tiempo se agota y la noche llega. Las estrellas no se muestran por las nubes que vomitan sin parar. 

Del terrible batallón que llegó ni hay ni una quinta parte ya. Todos han sido atraídos a la luz como polillas con la promesa divina de que quien extinguiera a la antorcha recibiría muchos tesoros. Y es la llamarada santa quien los ha extinguido a ellos con fuerza bruta y salvaje. Los seres ruines llegan uno a uno a su fin y perdición. Uno más ciego que el otro intenta derribar al paladín indomable. Sus juramentos son inquebrantables. 

Después de muchísimos minutos por fin da un paso hacia adelante. Todo el caos y la negrura que partió por la mitad fue él parado en su sitio, sitio que tiene las marcas de las botas de cuando aterrizó con su caída. Pilas y pilas de criminales sin arrepentir le rodean. Se abre paso a patadas contra los únicos sabios que no se han tirado contra él.

Y es que ha aguantado todo: conjuros malignos, armas envenenadas, sugestiones torcidas y amenazas de muerte y gloria. Pero siempre fiel a sus creencias. Los pilares con los que fue cimentado desde su juventud no tienen ni la más mínima rasgadura o fractura. Herido y maltrecho tal vez pero es sólo su cuerpo entregado por los dioses y las estrellas. Puede conseguir otro de ser necesario. ¿Pero otro corazón? ¡Eso nunca!
La última oración del día le permite arrojarse sin control contra los últimos de pie. Y en un santiamén son sentenciados y ejecutados. Al fin pagan sus pecados. Todos y cada uno de ellos. Al fin se le pone un alto a tan enorme ola de maldad. 

Cuando ya es el único respirando en el mar de sangre y cadáveres, sólo entonces se permite aflojar los dedos y el pesado martillo cae sobre el piso, rompiéndolo un poquito y después él cae de sentón, exhausto. El pueblo que todo este tiempo se mantuvo en silencio explota en una fiesta alegre y celebran al héroe que les ha concedido un día más de vida como mínimo. Celebran su dedicación y su lealtad a los principios. 

También se permite que su respiración se acelera y expulsa el aire por la boca. El dulce sabor de la victoria. Se pasa el guante de cuero por la cara y se peina como puede las barbas mojadas. Luego el cabello y al final el corazón. Cierra los ojos porque todo el cuerpo le duele. Le han quitado partes de su armadura y está seguro que su martillo ya debe tener alguna fisura. Está a punto de caer inconsciente. 

Pero claro que ha valido la pena. 

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Ejercicio. Más o menos he vuelto a la fantasía. Feels good.