Toma la botella entera y la contempla. Lee los caracteres
chinos de la etiqueta sobrepuesta por quinta ocasión en su vida y éstos hablan
de algún país que ya no existe llamado Escocia. También comprende que los
problemas son amigos, así como él lo fue. Lo encontraba a donde quiera que
fuese y siempre estuvo para tomarle de la mano falsa y jalarlo hacia sí.
Aunque nunca sucedió algo así sabe muy bien que pudo haber
pasado. Eran más compañeros que amigos. Se tenían el uno al otro para salir
adelante en el negocio y pocas veces en lo personal. Cuando eran temas
delicados ni hablaban de ellos. Era una especie de respeto curioso donde cada
hombre debe vivir su vida por su cuenta. Nunca le pidió ayuda del todo y
tampoco le pidieron del todo.
Se sienta en la sala de estar de la nave y una copa con
hielos ya le está esperando. Son cinco hielos y los baña con el líquido
fermentado. Despacio derrama el contenido de la botella sobre el agua
congelada. Le gusta más bien frío que con mezclas de bebidas suaves. La copa no
es alta y es ancha en la parte inferior, angosta de boca. Es la copa ideal para
las catas.
Es un buen whisky de malta. El vidrio se ve precioso cuando
encierra al alcohol.
La botella no es la que se añeja, es el barril. Eso lo sabe
muy bien porque lo dejó intacto después de varios sorbos y en realidad el sabor
no cambió.
Con la mano metálica toma la copa por encima y acerca su
nariz a la boca de ésta segunda, listo para recibir un beso. Aspira el ahogado
aroma y entonces procede a girar levemente la copa. El líquido comienza a
treparse por las paredes y el aroma se hace más intenso. La fragancia se
convierte en fragancias cuanto más tiempo pasa en esa misma posición. Suspira y
deja la copa sobre la mesa que tantas veces compartieron. La fruta y las notas
de la madera entonces le dejan en paz; el alcohol viene detrás de ellas, muy
sutil. Esto significa que es un buen whisky. Porque si lo primero que notas es
el olor fuerte de cualquier licor significa que no vale la pena.
A veces extraña la computadora de la niña dando vueltas. A
veces también extraña al perro que le salvó la vida una vez. A la que menos
extraña es a la chica coqueta y viciosa de las apuestas. Era la persona más
molesta de todo el grupo (que tristemente ahora son sólo par). Y naturalmente
al que más extraña es a su amigo difunto. Y es que le ha ido bien en su trabajo
de cazar recompensas pero es solitario y aburrido. La bebida comienza a evolucionar por el agua que se derrite
y no se molesta en prestarle atención.
Entonces la puerta se abre y su persona menos favorita entra
en escena bajando por las escaleras. Ella es toda una artista, egoísta,
impulsiva, maleducada y manipuladora. También es solitaria, tiene el corazón
roto, está herida y busca desesperadamente un lugar en el universo. De alguna
forma estúpida cree que el mundo está para lastimarte y que tú debes lastimarlo
primero.
Polos opuestos unidos por la bebida y el trabajo. Bueno, por
el trabajo no. Cada quién se va por su lado pero comparten la nave y los gastos
(sí, ya comparten los gastos). Reparaciones, ingredientes, servicios varios.
Como ya dije, les va bien. No suelen hablar mucho más allá de compra y venta de
información y problemas con la autoridad. Son compañeros del mismo barco al
final de todo.
La chica de piernas largas se acomoda en el asiento de
enfrente y coloca una rodilla encima de la otra. Aunque no le hable le duele lo
que a él le duele. Cada vez con más frecuencia el antiguo policía se dedica a
divagar y llorar por la pérdida de su compañero. Está claro que también le
dolería a la nena de las computadoras y al perro pero es suficiente. Va a
terminar quemándose a sí mismo. Está (sin que se den cuenta los dos) cavando su
propia tumba.
Es una rutina tonta.
Sin más ánimos ella se desaparece unos minutos y regresa.
-Un trago.
El casi cuarentón se sobresalta y levanta la mirada. Mira a
la chica con el brazo extendido y pidiéndole una parte del whisky que estaba
escondido detrás del refrigerador. Parpadea tres veces y luego reacciona: toma
la botella con suma cautela y vierte un poco del líquido en el vaso, no en la
copa. A ella le gusta más sin rocas y nunca comprenderá porqué.
Repite el proceso correcto para degustarlo y lo olfatea
primero. Menea el vaso y sigue oliendo con calma. Las sensaciones del pasado le
ahogan los sentidos y le invaden el cuerpo. Posiblemente vio al difunto como
una persona digna pero sabe muy bien que la rubia ya se había adueñado de él. Es
de esas ideas tontas que uno tiene cuando el mundo se cierra sobre ti. Fue un candidato potencial pero cada
quien desperdició la vida a su modo. No queda más que decir de ese tema porque
es inútil cambiar el pasado.
Toma un sorbo, lo suficiente para cubrir su boca, y lo
revuelve alrededor con su lengua. Siente la consistencia. El whisky le cubre
todas las pupilas gustativas y se saborea tanto que da envidia. Y traga. El
aire entra por su nariz y se envuelve con los vapores. Ahí mismo nota más de un
sabor. Su respiración vuelve a la normalidad una vez que el gusto desaparece.
Le vuelve a pedir más líquido con un ademán y le vuelven a
servir. Entonces la sesión culmina abruptamente cuando se dan un brindis entre
los dos y el espacio se adueña de ellos. Es sólo otro día.
Una idea que estaba volando. No es la mejor pero ya me la quité de encima.