Su mirada intriga. Revela más información que cualquier otro
ente que camine por ahí. Muestran años de experiencia (a pesar de su lisa y
suave piel). Revela que ha caído al abismo y se ha levantado de un enorme
salto, harta de todo lo que la humanidad tiene que ofrecer. Quizá por eso se
tiñe el cabello de un color tan extravagante. Quizá es sólo para que volteen a
verla y sepan que cualquiera tiene una segunda oportunidad. O una séptima.
Nunca se sabe. En realidad podría ser un ángel que sólo se ha materializado en
frente de mí y pretende sacarme de mis problemas con sólo mirar. Quizá es el
amor de mis sueños que tantas veces he tratado de encontrar y nunca ha
resultado, por más esfuerzo y cariño que he empeñado a los cielos. O sólo es su
pálida piel, limpia y sin líneas de expresión que resaltan sus mejillas.
Es violeta. Sus cabellos son violeta intenso.
Luces salen y entran de mi campo de visión. El tiempo se ha
congelado y sólo distingo formas redondas y brillantes mientras mi corazón late
con la misma regularidad de siempre. Respiro con calma y en realidad todo se
mueve lento, despacio. Sigo cautivado por semejantes ojos. De hecho, no logro
distinguir su color exacto: ¿Celeste? ¿Aqua? ¿Verde con brillos azules? He
repasado en mi mente esos colores y ninguno cuadra a la perfección. Me parece
que sus ojos obtienen el reflejo de todas las luces de la nocturna ciudad y los
toma para hacerlos suyos. Otra explicación no tengo.
Verdes. Apostaré a que son verdes.
Con sólo contemplarle me siento en el cielo. Los brazos
extendidos, el aire corriendo por mi rostro y mi cuerpo y los ángeles cantando
oraciones a todo lo bienaventurado y vivo. Ella me contempla de igual forma,
curiosamente. Es obvio que el tiempo también se ha congelado para ella. Aunque
no logro esbozar o captar una sonrisa, puedo entender que todo está en paz. Me atraviesa
el alma con sus pensamientos de libertad y caos. A ratos me siento flotando
encerrado en una esfera de agua, tranquilo, con mis ropas y mi cabello dando
vueltas por todos lados. Y eso que mi cabello es más largo que el de ella. ¿Cuántos
segundos han pasado desde que nuestras líneas de destino se cruzaron? ¿Cuántas
eternidades habré ignorado?
Dos minutos. Comprendo que son dos minutos porque la canción
que escuchaba en mis audífonos cuando empecé a verla se ha acabado. Es una
angustia esta que siento sobre mi futuro. ¿Será ella por fin? ¿Será lo que
realmente quiero? Puede ser que Dios no la haya preparado para mí. Todas las
emociones se arremolinan físicamente en mi corazón y siento que el aire
comienza a faltarme. Relajo todo para evitar morir por asfixia. Pasan más
segundos y nuestros ojos no han cambiado su curso y las pestañas no se han
atrevido a atravesarse.
Podría morir ahora mismo. Mi vida ha sufrido un destello de
luz justo cuando ella me sonríe. Unos dientes blancos iluminan mi camino. La
esquina de sus labios es tan hermosa como ella sola y el labial negro acentúa
más esa belleza.
¿A dónde se supone que debo ir ahora? Hacia ella, claro.
Le dedico mi mejor sonrisa y digo: Hola. Ella responde:
Hola. Y el resto lo platicaré cuando tenga la libertad de ello ya que he sido
dominado e hipnotizado. Estar enamorado apesta.
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Esto es un ejercicio. Viene de Writer World.
No es el mejor, claro, pero tenía que hacer algo.