martes, 11 de junio de 2013

Ejercicio: Semidarkness





Sus cabellos se ven afectados por la gravedad. Su mano derecha es alzada y luego sus dedos juguetean contra sus propios labios. Está enamorada de la oscuridad misma.
Afuera llueve con dulzura y de vez en cuando un trueno se asoma para iluminar a los pobres mortales. No hay mucho que ver, en realidad. Es una capilla en medio de un poblado cementerio con hierbas y flores casi abrazándose a las lápidas y las cruces. Nadie ha pasado por aquí en años. La naturaleza clama lo que está debajo de la tumba y las losas. Es fácil emocionarse y soltar un par de lágrimas que te puedan correr el maquillaje. 

Ella, sin embargo, es incapaz de llorar. Existe una distancia inmensurable con su amor hacia la oscuridad. Bien podría estar muerta y no habría diferencia alguna. Pero está viva, muy viva. O eso cree. Ronda por las noches con su largo y bello vestido negro que acaricia el pastizal rebelde. A veces se pone un vendaje sobre los ojos para jugar consigo misma y adivinar donde podría pisar de forma errónea. Graciosamente, nunca se equivoca. Se sabe todas las posibilidades y todos los caminos habidos y por haber. Hasta sabe cuándo puede estirar el brazo y arrancar una florecilla que volverá a salir en pocos días. 

Su pálida piel es tan reluciente como la luna y su ceñido vestido la protege del frío clima. 

Afuera las gotitas de agua tratan de saludar pero son ignoradas por más que chocan contra la estructura de piedra. Dentro, una enorme cruz de madera vigila el interior. Las ventanas son pequeñas y la puerta es ancha. Es un lugar cálido si sabes hallarle el modo. En una esquina se encuentra una vela protegida con cristal. Los relámpagos se siguen anunciando, cada vez con más frecuencia. Pero eso cesará pronto.
Con su enamoramiento aún a flor de piel, imagina cómo la oscuridad le arrebata el labial rojo que se puso para esta noche. Es su pecado carnal, le entrega sus pensamientos a su maestro. Se encuentra en la mente de todos los hombres cegados por la luz. Aquellas lágrimas inexistentes le proporcionan cualidades de absolución y piedad. ¿Pero de quién provienen semejantes bendiciones? Quizá a la divina comedia que llaman ángeles.

Un largo suspiro escapa de su ser y el lugar es devorado una vez más por la oscuridad cuando el último trueno de la noche se despide. El agua cae con más intensidad, con más dolor.
Firmemente cree en su religión, en la cruz que la vigila y en la cruz que cuelga de su cuello. De amplia frente, ojos castaños, vivos y cejas tupidas. Labios pequeños y carnosos, mejillas notorias y un delgado cuello. Sus orejas y pendientes se ocultan por el cabello despeinado. Una figura sencilla de diosa y el ya mencionado vestido que la cubre. 

Desafortunadamente está perdida y no posee un propósito en esta vida ni en la que sigue. Ruega y ruega a la eternidad que le conceda una audiencia con la oscuridad para demostrarse como valerosa candidata a su amor eterno, porque como es bien sabido, la oscuridad nos ama a todos nosotros. Y ella se pone celosa por eso. No le agrada como el que la hace sonreír puede estar regalando simpatía a todos los mortales.
Quisiera poder clavarle sus bellos ojos y obligarle a rendirse. Pero no le es posible. Cuando cree que va a ganar, la oscuridad se traslada y debe ser encontrada de nuevo. Es todo un enigma descubierto. Quizá no debería preocuparse tanto por la oscuridad y debería aceptar, callarse. Hay cosas que nunca comprenderemos como personas, como seres creativos y como monstruos de la noche. En ocasiones simplemente no te devuelven la misma intensidad, el mismo fervor y cariño. 

¿Estará condenada a vivir sola y para siempre en esta capilla, esperando a que su amor verdadero se atreva a realmente rodearle de brazos? Es posible. Muy posible.

Quizá en realidad venga un demonio, la seduzca y le arrebate de la oscuridad sólo para que ésta última se lamente en vano y llore cuando es su propia culpa. Esperemos que algún día se canse, por su propia sanidad mental, y abandone la capilla. Es un mundo de vidrio, después de todo. 


Esto es un ejercicio. Viene de Writer World.

Dejé estancados otros dos ejercicios. Me siento mal.